Autora: Evelín Perdomo Sánchez
Una lengua de especialidad consta de muchos elementos que no le pertenecen exclusivamente. El lenguaje general y las lenguas de especialidad de las diferentes disciplinas constituyen conjuntos con grandes áreas de intersección.
En este sentido, el vocabulario que se emplea en la rama agropecuaria no constituye una excepción, ya que posee particularidades léxicas y semánticas que le confieren precisión y objetividad, en aras de evitar la ambigüedad en la comunicación. Sin embargo, en este léxico de especialidad la relación entre el significado y el significante no siempre es unívoca ‒término que implica monosemia y mononimia de la unidad léxica al mismo tiempo‒, ya que, como consecuencia de los diversos procedimientos lingüísticos y el trasvase de palabras del ámbito profesional al común y viceversa, se establecen conexiones de sinonimia, homonimia y polisemia.
En estudios realizados por Perdomo y Ojeda (2015), se pudo constatar que esta lengua de especialidad presenta un componente léxico integrado por nombres propios y comunes.
De acuerdo con la Nueva gramática de la lengua española, «los nombres propios no participan en relaciones léxicas (sinonimia, antonimia, etc.) y, aunque establecen correspondencia con los nombres similares de otras lenguas, no tienen propiamente traducción» (Real Academia Española, 2009a: 210). Por ejemplo, en los artículos en los que se menciona la Estación Experimental de Pastos y Forrajes Indio Hatuey –centro de investigación adscrito a la Universidad de Matanzas, sede Camilo Cienfuegos–, el traductor, previo acuerdo con el editor, no traduce al inglés (u otro idioma) el nombre propio de la institución. Igualmente sucede con cooperativa de producción agropecuaria 13 de Marzo y unidad básica de producción cooperativa Sexto Congreso.
Por otra parte, «los nombres comunes o apelativos poseen significado (en el sentido de ‘intención’ o ‘capacidad denotadora’), por lo cual pueden participar en relaciones léxicas de hiperonimia, hiponimia, sinonimia o antonimia, y son traducibles a otros idiomas» (Real Academia Española, 2009b: 794-795). A modo de ejemplo, en muestras de la lengua de especialidad objeto de estudio se seleccionaron los términos siguientes: esp. agroquímicos, ingl. agrichemicals; esp. biofertilizante, ingl. biofertilizer; esp. nemátodo, it. nematodi y fr. nématodes.
Sin embargo, los criterios más tradicionales de la terminología defienden que a cada concepto se le asigne un solo término y a cada término un solo concepto. En este sentido, las teorías modernas de la terminología demuestran que la existencia de fenómenos como la variación denominativa, la polisemia, la homonimia, entre otros, es un hecho real en los vocabularios de especialidad.
En la lengua de la rama agropecuaria, la sinonimia se manifiesta en los términos esqueje y estaca, los que no son intercambiables en cualquier situación, pues, aunque ambos se refieren a fragmentos de tallos, el primero se diferencia del segundo en la presencia de yemas. Por tanto, es importante que el editor consulte con el autor cuál de los dos se ajusta a un contexto determinado.
Asimismo, son sinónimos raleo (‘en algunos cultivos, como el del frijol y el del maíz, acción de arrancar las plantas que han nacido muy juntas’) y entresaque; sin embargo, como el segundo no se incluye en el DRAE y es poco conocido, es recomendable que el editor lo sustituya por el primero en cualquier tipo de contexto.
También son sinónimos los términos testigo y control, para referirse al tratamiento usado como patrón de comparación respecto a los que se conciben para cada tipo de experimento (por ejemplo: dosis de fertilizante, probióticos, aditivos). En este caso, el editor debe seguir un criterio de unificación y utilizar el mismo vocablo en todo el texto (artículo científico, capítulo de libro, tesis). De igual forma se debe proceder con los términos desertificación y desertización, los cuales poseen el mismo significado, pero no se deben intercambiar indistintamente en cualquier contexto.
Igualmente, en la lengua general se consideran sinónimos el nombre común matojo, las lexicalizaciones hierba indeseable (nombre + adjetivo) y mala hierba (adjetivo + nombre) y la composición hierbamala; mientras que en la lengua de especialidad de la rama agropecuaria, algunos autores utilizan como sinónimos los términos arvenses (‘planta que crece en los sembrados’) y malezas (‘espesura que forma la multitud de arbustos, como zarzales, jarales, entre otros’). Sin embargo, como en el DRAE se incluyen con significados diferentes, el editor debe tomar la decisión de no emplearlos como sinónimos en los textos.
A partir de los ejemplos analizados, se evidencia la importancia del trabajo conjunto entre el editor y el traductor, así como el empleo de herramientas de edición (ortografía y gramática de la lengua española, diccionarios de la lengua española y especializados) que permitan un correcto uso del idioma general y de la lengua de especialidad en las publicaciones científicas de la rama agropecuaria.
Bibliografía
Perdomo, Evelín y Ojeda, Alicia. «Aproximación léxico-semántica al vocabulario especializado de la rama agropecuaria, a través de la revista Pastos y Forrajes». Memorias IX Conferencia Internacional Lingüística 2015 (CD-ROM). Instituto de Literatura y Lingüística José Antonio Portuondo Valdor, La Habana, 2015.
Estación Experimental de Pastos y Forrajes Indio Hatuey. Pastos y Forrajes. Vols. 35-38, 2012-2015.
Real Academia Española. Diccionario de la lengua española. Vigésima primera edición, 2015.
Real Academia Española. Nueva gramática de la lengua española. Manual. Asociación de Academias de la Lengua Española, Edición Espasa Libros, S.L.U., 2009a.
Real Academia Española. Nueva gramática de la lengua española. Asociación de Academias de la Lengua Española, Edición Espasa Libros, S.L.U., 2009b.